Hola a todos. No suelo ser muy bueno en las predicciones de los PPV, y así me pasó en la columna de la semana pasada… Me quedé corto en lo que esperaba de NXT R-Evolution. No sólo nos dieron uno de los combates del año entre Zayn y Neville, sino que Owens debutó como un jefazo, vimos otro gran combate de divas, el combate por el título de parejas estuvo muy entretenido y pudimos disfrutar de Finn Balor (y un poquito menos de Hideo Itami, claramente relegado a un papel secundario por el momento) mientras El Ascensor enseñaba todo su repertorio (que no es demasiado), de una manera bastante aseadita para su salto, esperemos definitivo, al roster principal.

 Como los lectores de esta vuestra columna no han dicho ni mu esta semana pasada, voy a aprovechar para ponerme nostálgico, para ser abuelo Cebolleta, y para de paso analizar por qué creo que funciona tan bien NXT.

 ¡Arriba los Jobbers!

 Los más jóvenes del lugar igual pondréis cara rara si os hablo del Brooklyn Brawler… y eso que era un top jobber de los 90. Si ya os hablo de Barry Horowitz, Jim Powers o Iron Mike Sharpe, puede que penséis que se me ha acabado de ir la olla.

Estos señores, y muchos otros, eran los encargados de hacer lucir al talento más importante. A ser la percha para que otros luchadores tuvieran un combate en el que lucirse. Ese era su trabajo, hacer lucir a su oponente. Y lo hacían realmente bien. Para que un luchador gane, otro ha de perder, y estos jobbers tenían su papel claro y asignado… y aun así funcionaba bien la cosa.

Servían para desarrollar historias dentro de la midcard y de la uppercard, no siendo ellos los actores involucrados, pero si siendo parte integrante de las historias. Fulanito va a enfeudarse con Menganito. Fulanito lucha contra un jobber la semana 1, hace una promo. Menganito lucha contra el mismo u otro jobber la semana 2, y planta su réplica… Fulanito la semana 3 lucha contra otro jobber, y hay una interferencia o provocación de Menganito… Y así vamos desarrollando el feudo, sin forzar a los actores principales a sentirse devaluados por el intercambio de derrotas con rivales que en un futuro pueden ser directos.

Estamos de acuerdo en que eran otros tiempos, y la WWF producía un par de horas de TV a la semana, compuestas en su mayor parte por unos cuantos combates de jobbers, con los campeones Intercontinental y por parejas luciendo… algún combatillo entre luchadores de la midcard… a veces un midcarder contra un luchador más top… y poco más. Con eso y unas promos del campeón absoluto preparando el próximo feudo, estaba resuelto todo el tiempo entre PPV y PPV (tres meses o así), y entonces los PPV eran grandes, porque era donde pasaban cosas. Además, los shows semanales eran grabados, a veces con semanas y hasta meses de adelanto… grabándose combates y luego montando los programas, con un combate de aquí y uno de allí.

Ahora tenemos 3 horas de Raw, 1 de Main Event, 1 de Superstars y 2 de Smackdown cada semana. Hay mucho que llenar y no hay jobbers!! Así que nos encontramos con squashes a midcarders perfectamente válidos y que posteriormente tienen que luchar contra su falta de credibilidad cuando les llega el momento, y con intercambios de victorias entre los midcarders que no llevan a nada. Y además, los PPV son una vez al mes. Antes había unas 26 horas aproximadamente que llenar durante 3 meses para llegar a un PPV que cerrara las historias. Ahora hay 28 en un mes. Todo es más vertiginoso, y hay que hacer las cosas mucho más deprisa, no dando tiempo a que se desarrollen los feudos, y llevándonos a PPVs repetitivos uno tras otro.

Teniendo todo esto en cuenta, vamos a dar un vistazo al NXT Universe y a sus PPVs: ArRival, a finales de febrero, Takeover, a finales de mayo, Fatal 4 Way en septiembre, y R-Evolution, esta última semana. Anda! Si salen a PPV por mes. Y qué hay entre cada PPV? Pues programas semanales de una hora… ni más ni menos. Y además se graban “en bloques de cuatro”, todos de golpe. Os suena, verdad?

Analicemos algunos shows de NXT previos al último PPV. Empezando por el de después del anterior, Titus O’Neil (de visita del roster principal, y que no va a devaluar talento, sino que viene a que se luzcan), tiene una promo con Zayn, Neville y Tyson Kidd, que se resuelve a la Teddy Long, tag team match. Charlotte tiene un combate rapidito con Emma (que ya está fuera de la órbita NXTera), Baron Corbin squashea a CJ Parker (jobber!) , Hideo Itami gana a Justin Gabriel (Jobber!) y El Ascensor lo ataca, y el main event.

Las semanas siguientes, más de lo mismo… algún rematch de PPV anteriores concluyendo historias pendientes, siguiendo con El Ascensor machacando a Hideo, los squashes de Corbin y Bull Dempsey, apariciones de los campeones por parejas y de los nuevos aspirantes tanto al título de parejas como al femenino… Llenando tiempo con Titus O’Neil que para eso vino…

Y así, poco a poco se van conformando las historias que finalizarán en el PPV. El enfrentamiento de Zayn y Neville… la aparición de Balor como compañero de Itami, más squashes y más combatitos de relleno entre gente que no va a tener un lugar importante en el PPV.

Si a este ritmo y preparación le sumas el innegable talento de esta gente, que aún está en “desarrollo”, pero que muchos de ellos llevan ganándose la vida con el wrestling desde hace años, te encuentras con PPVs tan maravillosos como el que hemos visto. El recurso de “bajar” a luchadores del roster principal para hacer lucir a las estrellas emergentes funciona muy bien. A Titus no le supone nada estar en NXT durante unas grabaciones. Si gana, no es signficativo, porque es el territorio de desarrollo. Si pierde, tampoco, siempre y cuando no sea squasheado.

¿Recordáis cuando Cesaro era el invitado habitual a NXT? Las maravillas que nos dio y cómo hizo lucir y crecer a Zayn principalmente (Combate del año, insisto), pero también a cualquiera que se cruzó con él. Es un recurso muy bueno que están aprovechando muy bien, integrándolo dentro de la mecánica de cómo se hacían los shows hace 20 años.

 Y para terminar por hoy, quisiera reinvindicar al mejor jobber que la WWE ha tenido en los últimos años. Heath Slater, en su run contra las leyendas de la WWF en 2012, demostró todo lo que tiene que hacer un jobber.

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