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Muy pocas veces se escribe algo serio sobre lucha libre en España. Puede que uno no esté de acuerdo con muchas de las cosas que Diego Magaña Ibáñez escribe en este artículo pero se agradece que un estudiante de periodismo piense en temas de este tipo para sus escritos.

Por Diego Magaña Ibáñez

La máscara ya está anudada y ajustada. Le cuesta respirar, pero se acostumbrará. Un pabellón lleno de gente vibrante y encendida espera a la salida de los luchadores, para abuchear a unos, para apoyar a otros. El ring está preparado y revisado por cualquier destrozo que pueda sufrir. Ha terminado el combate que le precede. Los nervios a flor de piel, el contendiente siente como el sudor le cae de la frente, sabe que es probable que no cobre ningún dinero por su lucha, pero hoy debe impresionar a su entrenador. Suena su música, ya oye los gritos del público, y se abre la cortina. Se terminaron los nervios, a partir de aquí el luchador entra en un mundo totalmente distinto del suyo. Ya no es él, sino su personaje, y se comporta como tal. Sube al ring, y se prepara para el dolor, que jamás ha faltado en ningún combate.

Esto es lo que sienten luchadores como Axel Storm, Lion Mask o Jocoso Jr. cuando les toca subir a un ring. La lucha libre es su pasión desde que en 2006, el canal de televisión Cuatro emitió programas de la empresa de lucha más importante del mundo, la WWE. Hace poco han fundado la Spanish Pro Wrestling (SPW), una asociación de lucha en Barcelona, dedicada a poder practicar su afición favorita. Los hermanos Iker y Eneas Serrano, conocidos como Lion y Axel en este espectáculo de acción, apenas tienen 21 y 20 años pero ya saben que no podrán vivir de este deporte de ficción mientras permanezcan en España: “Si pretendes conseguir algo serio debes salir de este país, para poder hacerlo tu trabajo, tu vida. Aquí solo lucharás por hobby”. La cultura española no incluye la afición por la lucha libre, a diferencia de otros países como Inglaterra o Alemania. El tópico de que no se pegan sigue en boca de todos aquellos que desconocen este deporte. En cada combate se cuida el no lesionar al rival. Un simple candado en la cabeza puede romper un hueso de tu oponente si no se aplica de manera correcta. “En una ocasión me rompí la nariz y tuve que seguir el combate hasta el final, al igual que cuando me rompí la muñeca saltando fuera del ring” cuenta Iker. El espectáculo debe continuar, y deben seguir siendo unos profesionales ante cualquier imprevisto. Esto no implica que cada luchador deba parecer un culturista, como muchas veces se ve por televisión. El personaje de Miguel Martínez, de 21 años, es Jocoso Jr. Una especie de enmascarado bufón que centra sus combates en lo cómico, haciendo reír al público, que en  así descansa de las luchas más técnicas y serias. “Tenemos un mínimo de fondo físico para poder aguantar unos minutos en un ring, pero la variedad de cada personaje hace que la forma física no sea tan importante en todos ellos”. Cada uno crea su propio personaje, buscando la reacción del público, al igual que ellos deben montarlo todo. Su nuevo ring de 3 cuerdas les ha costado la friolera de 5000 euros (incluyendo el envío desde Estados Unidos). Antes de un show podrían tardar desde 30 minutos hasta 3 horas en tenerlo preparado, según la complejidad del ring y la cantidad de personas que colaboren en su montaje.

El que no quiere ni pensar en el dinero invertido en su ring, es Jorge Catalina. Construido por él mismo, así como remodelado en distintas ocasiones, ya le dio el disgusto de desarmarse en pleno show, teniendo que luchar con una cuerda de menos. Jorge, conocido como As de Picas, tiene 34 años y es el fundador y entrenador de la SWA, la primera empresa moderna de lucha libre en España. En 2007 empezó su proyecto con el ánimo de enseñar a jóvenes aficionados de la lucha libre cómo luchar, sin hacerse daños a ellos mismos o al contrario. Jóvenes como David Rodríguez, de 19 años, que recibe un entrenamiento privado en pleno Puente de Todos los Santos, al estar los otros 5 alumnos ausentes por la fiesta. En el gimnasio GymFira barcelonés, la filosofía de Jorge no dista de la de cualquier otro arte marcial. Se empieza corriendo y estirando, se continúa trabajando la técnica y movimientos propios del wrestling (nombre inglés de la lucha libre), y se termina a base de ejercicios de físico puro, tales como flexiones o sentadillas. Cosas tan simples como una voltereta ayuda a que tu cuerpo se coordine en su totalidad según cuenta Jorge. “La repetición continua es necesaria. Un derribo vistoso o saltar desde el esquinero de un ring no es tan difícil. Los candados o el llaveo más básico es donde aprendes a cuidar de tu oponente”. Finalizando, David no soporta más sentadillas, y Jorge da por terminado el entrenamiento “Tu propio cuerpo te dice hasta dónde aguantas, no se debe forzar más allá o te encontrarás un posible problema físico”.

Jorge decidió con 28 años que esta era su nueva pasión, y decidió viajar al Reino Unido para entrenarse en diversos seminarios con varios de los mejores luchadores europeos de esta disciplina, como Sean South o Lee Flynn. Con su ayuda consiguió abrir escuelas tanto en Barcelona como en Madrid, no sin diversos problemas. El ayuntamiento llegó a pedirle 90.000 euros para poder entrenar en sus instalaciones públicas, y los gimnasios no solían interesarse por este tipo de deporte espectáculo. Otro problema es el entrenamiento en ring, el cual no cabe en un gimnasio corriente: “Aquí se puede entrenar hasta 6 horas por semana a cambio de 50 euros al mes, mientras que un fin de semana al mes nos juntamos en casa de un alumno que cuenta con espacio para guardarnos el ring, aprovechando esos días para depurar la técnica encima del cuadrilátero”. Jorge ha conseguido propagar su afición con el nacimiento de nuevas empresas, pero no exentas de polémica. La SPW es, de hecho, una división de antiguos alumnos de la SWA, que decidieron crear su propia asociación, mientras que en Madrid nos encontramos la White Wolf Wrestling, otra escisión de la empresa de Jorge. La seriedad del entrenamiento de Jorge hizo que Axel y compañía buscasen una academia más amena. Sin embargo, el buen humor estuvo presente durante toda la sesión en el gimnasio GymFira, sin dejar que esto se excediese quitándole seriedad a la sesión “Una vez mis alumnos salgan a luchar fuera no quiero que hagan el ridículo, sino que demuestren que tienen buen nivel y sorprendan a promotores y luchadores extranjeros. Nos lo pasamos bien, pero si debo echar un grito a mis alumnos, lo haré”. Por mucho que parezca algo fácil por televisión, la realidad es que esto requiere un duro y constante entrenamiento, el cual han abandonado muchos chicos al ver que la lucha libre no era tan fácil como creían.

La SWA, antes de la actual situación económica del país, logró tener shows semanales con una media de 40 aficionados. En ellos se llego a ver situaciones curiosas, como luchas karaoke (un luchador debía evitar que otro cantase una canción), un señor del público queriendo interferir en un combate para defender a una luchadora o momentos en los que la gente no supo reaccionar con energía ante un luchador: “Si un chico no sabe encender a la gente, la culpa no es del público. Ellos no vienen predispuestos a nada, y dependerá de nosotros hacer que se animen”.

Pere Hernández, de 41 años, sabe que el público españolpuede volverse loco, pero no solo el luchador falla, a veces es el promotor el que comete errores de novato. En su show de 2011, cometieron el error de darle la victoria a los babyfaces (los luchadores buenos y honrados que luchan frente a los malvados y abucheados) en todos los combates, sin aportar algo de variedad a la velada. Él forma parte de los dueños de Solowrestling Live, empresa que nace de la página web española Solowrestling, con 10.000 visitas diarias, la más popular del país. Esta web nació a raíz de una serie de fans antiguos de la lucha libre, de principios de los años 90, cuando Telecinco emitió veladas de luchadores clásicos como Hulk Hogan o El Último Guerrero. Una web dedicada a informar al fan español o iberoamericano, que derivó en la creación de la revista Solowrestling, en kioskos entre el año 2008 y 2009, hasta que la crisis y los beneficios insuficientes acabaron con ella. Editada por la editorial Norma, antes de su salida ya recibió grandes problemas de sus competidoras. La revista oficial de la WWE (recordemos, la empresa más importante del mundo) llegó a advertir a los publicistas del riesgo de colaborar con Solowrestling, pues al hacerlo romperían relaciones millonarias con la WWE. Este chantaje no evitó el estreno de la única revista española de lucha libre, pero si lo retrasó: “De hecho hubo un número 0 que nunca llegó a salir debido a estos problemas de derechos de publicidad, imágenes, etc. Estaba terminada por completo y tuvimos que destruir unos 15000 ejemplares”.

Para Pere está claro: No hay futuro de la lucha en España, porque la crisis no permite que ningún show pueda salir adelante económicamente. “Lo que se busca no es ganar dinero, sino perder la menor cantidad posible. Todo sale de nuestro bolsillo, incluyendo el pago, comida y hoteles de luchadores extranjeros”. Un luchador español cobra por combate entre 50 y 80 euros, mientras que un europeo o americano de renombre puede pedir entre 200 y más de 1000 euros. Eso sin contar las pullas que se puedan lanzar unos promotores a otros y los negocios sucios de fondo. En muchas ocasiones los luchadores cobran menos de lo acordado, o estos no defienden a sus compañeros si hay problemas: “He llegado a conocer un caso denunciable, en el que un luchador habría recibido órdenes de un promotor para dañar a su rival de manera poco deportiva durante un combate “asegura Pere.

La réplica es tajante: “Me han llegado a acusar de pagar a un gran luchador para destrozar a otro en el ring. Que esto lo diga otro promotor, molesta, que lo diga gente que me conoce, duele”. Quien responde así es Carlos Gascó, promotor de la Revolution Championship Wrestling. Colaborador del podcast Xtreme Pressing, y dueño del blog Kgbwrestling.com, fue uno de los 2 comentaristas oficiales de TNA Impact!, show de lucha libre estadounidense que se emitió en Antena 3 y Neox durante el año 2008. “El problema fue que la cadena no sabía qué compraba y se encontraron una empresa que rompía mesas de cristal en horario infantil. Además de esto, se emitía a la misma hora que la WWE en Cuatro, con lo cual este show fue visto como la copia del otro”. El programa murió a las pocas semanas, y la suerte no fue mejor con otros eventos emitidos en televisión. Shows japoneses, mejicanos y americanos copaban las emisiones de cadenas como Telecinco o La Sexta, tratados de un modo infantil y bastante menos serio: “Muchas veces te encontrabas comentaristas demasiado cómicos. Lo mínimo es que se hubieran informado un poco sobre lo que iban a comentar, pero no sabían nada de lucha libre”.

Carlos planea un futuro show en Madrid de su empresa, la RCW. Evitaría así crear aún más colapso en Barcelona, una ciudad que ya cuenta con muchas empresas, pero la situación no es la mejor: “Nadie confía en nosotros a nivel de patrocinios. Necesitamos dinero, y la gente ni sabe lo que es la lucha libre.” Esta manera de cerrarse, tanto de patrocinadores como de aficionados a descubrir este espectáculo, les cierra las puertas a descubrir nuevos hobbies que quizá, una vez probados, conseguirían engancharles: “El público español puede que sea el mejor del mundo. Un padre, desinteresado, acabó diciéndome que se lo había pasado mejor que su hijo tras ver un show en directo.” ¿Está el futuro tan negro? No, ni mucho menos. As de Picas, junto a varios luchadores de la SWA tuvieron la ocasión de participar en unas pruebas de Zero1, empresa japonesa de buena reputación.  Mientras, en Inglaterra el público español cuenta con Rachel Evans, la primera luchadora femenina de España en conseguir triunfar fuera del país. Con pasado en la SWA y relación con la SPW de los hermanos Serrano, “en ella podemos tener a la mejor luchadora española que hayamos visto” como dice Carlos.

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Una vez ha conseguido ejecutar su llave especial, cubre a su rival, mientras el árbitro hace la cuenta final. 1, 2 y 3. Las ovaciones se escuchan por los 4 lados del cuadrilátero. Le duele todo, pero celebra la victoria y vuelve a bastidores, donde se abraza con su rival y es felicitado por sus compañeros. Y tras ello, solo queda el silencio. El silencio de pensar si la pasión por este espectáculo es suficiente. Suficiente para no ganar dinero, para nunca triunfar como se hace en el extranjero, para que la gente piense que su pasión es algo de niños. Pero el luchador sabe que no hay nada igual una vez cruzas la cortina. 50 personas españolas animan como si fuesen 1000, la sonrisa de la gente es evidente, y el compañerismo y sacrificio empieza a dar sus frutos, no hay nada que siente mejor que conseguir una victoria. Esto es el wrestling en España, él lo sabe y no se arrepiente de nada. ¿Y si hay personas que le siguen criticando? No le importa, porque el rugido y el entusiasmo de los aficionados españoles de la lucha, no le deja oír esas críticas.